A 19 años del retiro de Maradona
El diluvio castigaba y no les daba tregua a las casi 70 mil almas que se encontraban presentes en el estadio Monumental. Aproximadamente 60 mil por el lado de los Millonarios, y unos 10 mil por el bando del conjunto de La Ribera, que colmaron en su totalidad la tribuna visitante. Sí, en aquella tarde de sábado del 25 de octubre de 1997, era normal que un partido se juegue con las dos hinchadas presentes. Hoy, lamentablemente se selecciona a dedo, dependiendo la seguridad policial disponible. En la boca del tunel, se escuchaba la arenga de Diego Armando Maradona, el capitán de ese Boca conducido aquél entonces por Héctor Vieira. ¡Huevos, huevos. Vamos!, resaltaba el Diez. Ni Diego, ni el Bambino, ni siquiera los fanáticos presentes, eufóricos y empapados por la lluvia, lograrían vaticinar que ese sería su último partido como jugador profesional.
Boca saltaba a la cancha acompañado de una ola de silbidos provenientes de casi todos los sectores del estadio Antonio Vespucio Liberti, menos de la tribuna Centenario, en la cual se partían las manos para aplaudir la salida de su equipo. Diego, con la cinta de capitán estampada en su brazo izquierdo, se acercó al trote hacia el banco local para estrecharle la mano a Ramón Díaz, entrenador del conjunto Millonario.
Aquella tarde Maradona no tendría su mejor partido ni mucho menos. Errático en los pases y con apariciones intermitentes, el Diez no logró desentonar en los primeros 45 minutos, que para él serían los últimos 45 minutos de una carrera plagada de gloria, pero con un triste e inesperado final. Luego de presenciar dentro de la cancha como Sergio Berti puso en ventaja al conjunto local, Diego se fue al vestuario junto a sus compañeros, tras el pitazo del árbitro.
Para la etapa complementaria, Maradona no salió al campo de juego. El Bambino dispuso que en su lugar ingresara una joven promesa que no tardaría mucho en convertirse en ídolo del Xeneize, un tal Juan Román Riquelme. Muchos afirman que Román, con la número 20 en la espalda, figuraba en la planilla que ingresó por Nelson Vivas. Otros aseguran que esa tarde de 1997 reemplazó a Maradona. Lo cierto es que en ese momento se terminó la historia de Diego como jugador profesional. Una vez comenzado el segundo tiempo, Boca daría vuelta la historia de la mano de Julio César Toresani, quien igualó el encuentro y luego Martín Palermo establecería la victoria para el conjunto de La Ribera, que estiraba su racha de siete años sin derrotas en la cancha de su eterno rival.
Luego del encuentro, Maradona soltó un par de frases que lograban vislumbrar lo que pocos días después sería la confirmación oficial de su retiro como profesional. “Me voy. No aguanto más. Este retiro es definitivo”, afirmó Diego, en aquél entonces. No fueron para nada fáciles los años posteriores al Mundial de Estados Unidos de 1994, tan recordado por la situación de la enfermera llevándose al Diez de la mano, para luego confirmar lo que ningún fanático del fútbol mundial quería escuchar: Dóping positivo. Aquél día del partido frente a Nigeria, sería la última vez que Maradona vistiera la camiseta de la Selección Argentina.
Si bien ese momento vivido fue una cachetada para todo el ambiente del fútbol, pero sobre todo para el mismo Diego, los años posteriores se aferró a su Boca Juniors querido. Sin embargo, tres años después y cansado de los controles antidoping que provenían desde la AFA y de órdenes judiciales, decidió pegar el portazo y colgar los botines. Luego de una charla íntima con sus padres en su casa de Villa Devoto, Diego hizo oficial su adiós como jugador profesional. Así, con esa zurda que causó estragos a donde fue, Maradona dejó un legado que se perpetuará en la historia del fútbol mundial.